Recientemente, se han identificado nuevos circuitos intestino-cerebro relacionados con los antojos de azúcar y grasa, descubriendo las razones del exceso en la ingesta de alimentos poco saludables. Aunque se reconoce que la influencia de la comida afecta nuestras decisiones, la conexión cerebral subyacente no se ha resuelta de todo. El nervio vago transmite información interna desde el intestino al cerebro sobre el valor nutricional de los alimentos, pero la base molecular de la recompensa asociada a la alimentación no está completamente comprendida.
En un estudio, reciente publicado en Cell Metabolism y destacado en ScienceDaily, el equipo del Monell Chemical Senses Center describe la red neuronal interna, mostrando vías separadas para el deseo de grasa y azúcar. El resultado destacado es que la combinación de estas vías intensifica nuestro deseo de comer en exceso.
El doctor Guillaume de Lartigue, autor principal del estudio, señala que la comida es un reforzador natural, pero la atracción específica hacia grasas y azúcares ha sido un rompecabezas. La clave, según el estudio, radica en las células nerviosas del intestino en lugar de las células gustativas de la boca. Las grasas y los azúcares activan vías intestinales y cerebrales diferentes, explicando por qué ciertos alimentos son irresistibles.
La investigación proporciona información sobre el control del comportamiento alimentario "motivado", sugiriendo que el deseo subconsciente de consumir una dieta rica en grasas y azúcares puede contrarrestar los esfuerzos dietéticos.
El equipo utilizó tecnología avanzada para manipular directamente las neuronas de grasa o azúcar en el sistema nervioso vago, demostrando que ambos tipos de neuronas desencadenan la liberación de dopamina en el centro de recompensa del cerebro de modelos animales (ratones). Descubrieron dos vías específicas del nervio vago, una para grasas y otra para azúcares, transmitiendo información al cerebro desde el intestino y preparando el terreno para los antojos.
Estimulando los nervios vagos intestinales con luz, el equipo observó cómo los ratones buscaban activamente estímulos alimenticios que activaran estos circuitos. Los resultados indicaron que grasas y azúcares son percibidos por neuronas distintas del nervio vago, activando circuitos de recompensa paralelos pero distintos.
Además, la activación simultánea de los circuitos de grasa y azúcar crea una potente sinergia, provocando una liberación de dopamina significativamente mayor y llevando a los ratones a comer en exceso, incluso si la ingesta calórica total se mantiene constante. Este hallazgo ofrece una explicación de por qué hacer dieta puede ser tan desafiante, ya que los cerebros humanos pueden estar programados para buscar combinaciones ricas en grasas y azúcares de manera sutil, independientemente de los esfuerzos conscientes de resistencia.
El equipo sugiere que esta investigación podría allanar el camino para el desarrollo futuro de estrategias y tratamientos contra la obesidad al dirigirse y regular los circuitos intestino-cerebro de recompensa. Comprender y modificar este diagrama de cableado podría ofrecer intervenciones personalizadas para ayudar a las personas a tomar decisiones más saludables frente a tentaciones alimenticias.
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